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El sueño del bebé durante el primer año de vida

Lidiar con el sueño del bebé es uno de los mayores retos a los que se enfrenta su familia, especialmente durante los doce primeros meses. Es un período de muchísimos cambios, grandes y pequeños, y todos influyen en cómo concilian el sueño y cuánto tiempo duermen.


Como Lactasalus, queremos ayudar a las mamás y sus acompañantes a conocer mejor la naturaleza del sueño del bebé y las etapas por las que pasa, así como ofreceros unos consejos generales sobre sueño.


Lo primero, romper con las expectativas

Es muy habitual crear expectativas sobre nuestro maternaje, incluso antes de estar embarazadas. Quizá nos hemos imaginado en una situación idílica, en la que tenemos a nuestro bebé dormido en brazos o en el cochecito y presumimos de él y de nuestra maternidad, muy contentas, descansadas y recién duchadas. Aunque tengamos presente que la maternidad implica muchas noches en vela, por norma general preferimos proyectar a nuestro bebé durmiendo plácidamente en la cunita que le hemos preparado con todo el amor del mundo.


No hay nada malo en generar expectativas, pero puede ser frustrante si nos centramos en un solo escenario que luego no se corresponde con la realidad.


Crear expectativas es habitual, pero el problema está cuando nos centramos en una expectativa que además no se acerca a la realidad. Si somos capaces de imaginar un abanico de opciones más amplio (que duerme seguido, que duerme a intervalos, que duerme muy poco), seguramente estaremos más preparadas para afrontar el día a día del sueño del bebé.


¿Cómo es el sueño del bebé?

Para entender el sueño del bebé tenemos que entendernos como especie. Los humanos tenemos crías inmaduras, que no son capaces de seguirnos. Tras la gestación en el útero materno, el bebé pasa por un período de exterogestación, durante el cual necesita vivir en unas condiciones lo más parecidas posible a las de la gestación. Esto influye en el sueño, que es:

  • Dependiente. El bebé necesita estar con su madre. Necesita comer de noche y llorar para que le atiendan. Por pura supervivencia, buscará su contacto, estar en brazos y notar la presencia de su figura de apego. Esto puede entrar en conflicto con nuestras necesidades, aunque sean las más básicas como descansar, ducharnos o desayunar.

  • Cambiante, y especialmente caótico en los primeros meses. Por eso nuestra máxima es no acostumbrarse a nada con un bebé, ni a lo bueno ni a lo malo, porque todo puede cambiar.

  • Un proceso madurativo que siempre va a mejor, aunque a veces no lo parezca. Los bebés incorporan fases del sueño, aprenden a dormirse de nuevo tras un microdespertar y a distinguir la noche del día. Pero todo este aprendizaje requiere tiempo y pasa por distintas fases de transición, que superaremos con más seguridad si las sabemos identificar.

  • Único. Cada bebé tiene una personalidad propia, y esto también afectar al sueño. Sus características no tienen porqué ser similares a las nuestras ni a las de nuestros otros hijos. Entender esto nos ayuda a crear un mejor vínculo con el bebé, sin frustraciones basadas en cómo imaginábamos o cómo queremos que sea.

Etapas del sueño del bebé

Durante el primer año de vida el sueño del bebé pasa por tres etapas, generalmente: la primera, des del nacimiento hasta los cuatro meses; la segunda, de los cuatro a los ocho meses; y una última desde los ocho meses hasta el año.


La etapa de 0 a 3 meses

En la etapa que va del nacimiento hasta los cuatro meses, el sueño del bebé es bastante impredecible. Y las dos razones principales son que:

  • Necesita comer con frecuencia para nutrirse, también por la noche. De hecho, de noche la leche le llega mejor porque aumenta el nivel de prolactina y su cerebro lo sabe. Las tomas nocturnas contribuyen a establecer la lactancia materna. Además, el bebé aprende que el llanto es un reclamo que tiene respuesta.

  • No ha incorporado el ritmo circadiano, que más adelante le permitirá distinguir entre el día y la noche. De ahí que para los adultos las noches con un bebé puedan parecernos extensiones de los días, pues el ritmo de sueño y vigilia es similar durante las 24 horas.

En esta etapa, si su alimentación es la leche materna, los bebés suelen dormirse al pecho y es muy recomendable que la madre intente dormir cuando lo haga el bebé, ya que lo más probable es que tenga que pasar algunas horas de la noche en vela.


¡ATENCIÓN, MITO! “Mi bebé siempre ha dormido ocho horas del tirón”. Es imposible. Un recién nacido no puede dormir ocho horas seguidas, porque sufriría una hipoglucemia debida a la falta de alimento. Lo que sí es posible y bastante probable es que si haces colecho no te des cuenta de que el bebé se ha despertado tres o cuatro veces para mamar y volverse a dormir. La prolactina ayuda a que tanto el bebé como la mamá concilien el sueño.


De los 4 a los 8 meses: etapa de aprendizaje

La etapa de los cuatro hasta los ocho meses conlleva muchos aprendizajes que afectan al sueño. En primer lugar, alrededor de los cuatro meses el bebé adquiere todas las fases del sueño, pasando de dos a cinco fases. Esto hace que necesite despertarse más, ya que tiene que aprender a volverse a dormir después de cada ciclo de sueño y de entrada no sabe hacerlo solo.

Por otro lado, es un momento de exploración constante:

  • empieza con la alimentación complementaria, todo un mucho de gestos, sabores y olores

  • le salen los primeros dientes

  • explora el exterior, las personas, los objetos, los espacios, las luces..., empieza

Son muchas cosas que asimilar y el momento de hacerlo es mientras duerme. El bebé procesa cada nuevo aprendizaje lo procesa durante el sueño. Por eso la sobreestimulación puede ser un problema a la hora de conciliar y mantener el sueño.


Para terminar, es en esta etapa cuando empieza a distinguir el día de la noche, adquiriendo el ritmo circadiano. En este período, la mayoría de bebés empiezan a dormir durante un período más largo de noche y hacer dos o tres siestas durante el día para sumar una media de 12 horas de sueño al día.


¿Y cómo sé si mi bebé duerme suficiente? Es tan sencillo como prestar atención a los mensajes que nos manda. Los signos más frecuentes de falta de sueño son que el bebé tenga los ojos llorosos, que se los friegue con las manos, que se le caiga la cabeza, que esté quejicoso o hiperactivo y que se pelee con la teta. Ante estos signos, podemos concluir que necesita una siesta o ir a dormir.


¡ATENCIÓN, MITO! “Si le das un biberón de fórmula va a dormir más”. No tiene por qué. El bebé se va a tener que acostumbrar a la cantidad y el tipo de leche y eso sería igualmente un aprendizaje. Además, durante los primeros meses de vida introducir un biberón sólo para que duerma más es contraproducente e interfiere en la lactancia materna.


Cuándo introducir una rutina

Durante los primeros meses las rutinas del sueño no influyen en el bebé, pero ayudan a la mamá: hacen que esté tranquila y que pueda transmitir al pequeño esa tranquilidad a la hora de acunarlo o darle el pecho.


El bebé empezará a asimilar rutinas a partir de los cinco meses. Si nuestras necesidades y las del bebé son distintas, se pueden ajustar horarios de manera respetuosa a partir de este momento, si bien es fundamental que la mamá conozca la naturaleza del sueño del bebé. El asesoramiento de una Lactasalus puede contribuir a establecer estas rutinas, que suelen dar resultados en unas semanas.


Redacción de Aitana Montaner para Lactasalus.

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